Para reducir al máximo la posibilidad de lesión cerebral y disminuir el riesgo durante el parto prematuro, los cuidados perinatales son fundamentales. La utilización adecuada de los intrumentales como los fórceps o las ventosas son importantes. También se vio una reducción de estas hemorragias con la administración antes del nacimiento de un ciclo de corticoides, en las semanas 24 a 37, cuando hay riesgo de parto prematuro. Esto, por cierto, suele hacerse en estas semanas por el riesgo de Enfermedad de Membrana Hialina, aunque no suele hacerse luego de la semana 34. También la administración profiláctica de indometacina luego del nacimiento de recién nacidos prematuros disminuye la incidencia de hemorragias intraventriculares graves. Por otra parte, es fundamental controlar la buena respiración del recién nacido y también los equilibrios en iones y agua, ya que todo esto afecta a la cantidad de sangre que llega al cerebro, y las variaciones en esto pueden aumentar el riesgo de hemorragias intraventriculares. Por eso, es importante evitar acidosis, hipotensión, falta de oxígeno o poco dióxido de carbono (ambos son malos), y controlar la aparición de neumotórax.
Respecto al tratamiento, la verdad es que no existe tratamiento para la hemorragia intraventricular ya producida, aunque sí se pueden tratar algunas de las complicaciones que pueden ir apareciendo. Por ejemplo, tratar las convulsiones con antiepilépticos, o la anemia y las coagulopatías con transfusiones. También el shock y la acidosis con reposición de agua y electrolitos. A veces, hasta puede ser necesario insertar un catéter para hacer una derivación del líquido del ventrículo hacia, por ejemplo, el peritoneo, para evitar la acumulación excesiva de líquido en esta cavidad.
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