Existen dos grandes tipos de herencia: la dominante y la recesiva.
Para entender ambas herencias, dibujemos las formas de heredar. Supongamos que tenemos a un papá y una mamá. Cada uno de los padres tiene un gen que a su vez heredó de cada uno de sus padres, por lo que el papá tiene por ejemplo un gen A de su madre, un gen B de su padre, y la mamá tiene un gen C de su madre y un gen D de su padre. Entonces esta pareja tiene 4 hijos, y les pasan a estos sus genes.
Los hijos heredarán los genes de manera aleatoria, de tal forma que a cada uno le tocará con la misma probabilidad cualquier combinación. Por ejemplo al primero estos dos, luego al siguiente estos otros dos, y así sucesivamente.
Si el gen A, por ejemplo, heredara una enfermedad, y su presencia por sí sola justificara que apareciera esta enfermedad, entonces vemos que en promedio la mitad de los hijos heredaría esta enfermedad. A esto se llama herencia autosómica dominante
Por otro lado, hay otro tipo de herencia. Volvamos al ejemplo pasado. Supongamos que en este caso la herencia se da también por este gen a, pero en este caso para presentar la enfermedad tiene que haber 2 genes iguales en este punto, es decir, que tiene que haber el mismo gen por dos, ya que si hay otro, ese cumpliría su función. En ese caso, ninguno de los hijos presentaría la característica heredada, ya que ninguno podría tener el mismo gen dos veces, porque todos son distintos. Pero supongamos que por algún motivo, dos hijos de la misma descendencia volvieran a tener hijos entre sí: en este caso, si volvemos a hacer la recombinación, en este caso sí que puede aparecer la enfermedad ya que este caso, por ejemplo, coinciden ambos genes en la misma persona, y por lo tanto no hay otro gen que compense su acción. A este mecanismo se le llama herencia autosómica recesiva. Es por esto que no se recomienda descendencia entre hermanos o primos cercanos, ya que aumenta la probabilidad de que aparezcan enfermedades con herencia recesiva.
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