El trasplante de progenitores hematopoyéticos, más comunmente conocido como trasplante de médula ósea, es básicamente reemplazar a las células que producen la sangre, en general de una persona sana a una persona enferma.
El procedimiento que se sigue es: primero obtener a los progenitores de donante, luego se elimina la médula ósea del huésped, y por último se transfunden los progenitores en el huésped.
Existen dos grandes tipos de trasplante de médula ósea: los autólogos y los alogénicos.
Los progenitores autólogos son los progenitores de la misma persona, es decir, del paciente mismo, que se extraen antes de eliminar sus progenitores. Esto se puede hacer en pacientes que tienen una médula con células que todavía funcionan bien, por ejemplo, en enfermedades que se originan fuera de la médula y la afectan solo de forma secundaria, o cuando lo que afecta a la médula es más bien el tratamiento antes que la enfermedad.
El otro tipo de trasplante es el alogénico, que son progenitores hematopoyéticos de otra persona. La idea es que estos progenitores sean lo más parecidos posibles a las células sanas originales del paciente, ya que mientras más se parezcan, es más probable que el trasplante funcione bien, que prenda y que cause menos reacciones contra el huésped. En general, los mejores serían los de gemelos idénticos, pero como esto es raro, suele utilizarse de parientes cercanos que compartan la mayor similitud en las proteínas que más comúnmente causen reacciones de incompatibilidad. Esto se estudia molecularmente entre las muestras.
Comentarios
Publicar un comentario