La enfermedad de injerto contra huésped es una complicación que puede aparecer en el transplante de precursores hematopoyéticos, también conocido coloquialmente como trasplante de médula ósea.
En el trasplante de precursores hematopoyéticos, lo que se hace es reemplazar a las células que producen las células de la sangre de una persona, por las células de otra persona sana. Estas células producen los glóbulos rojos o eritrocitos, que transportan el oxígeno. También producen las plaquetas, que son parte de los mecanismos que sirven para evitar los sangrados. Y también producen los Leucocitos o glóbulos blancos, que son un conjunto de células distintas que sirven como defensa para infecciones.
Las células de defensa son células que están preparadas para atacar a otras células que consideren extrañas, ya que estas células en la naturaleza suelen corresponder con bacterias, parásitos, células infectadas por virus, o células tumorales. Entonces las células de defensa identifican si otras células son propias o extrañas, y marcan a las extrañas para que sean eliminadas.
El problema es que, en los trasplantes de precursores, las células trasplantadas, al venir de otros organismos, pueden reconocer a las células normales del nuevo huésped como células extrañas, y marcarlas para que sean atacadas. Esto significa que el injerto puede atacar al propio huésped, y a esto se le llama enfermedad de injerto contra huésped. Es contrario a lo que ocurre en otros tipos de trasplante, donde suele ser el cuerpo del receptor el que ataca al órgano donado.
La aparición de esta enfermedad es más probable en cuanto más diferencia haya entre las células del donante y del huésped; por esto, se analizan muestras tanto del donante como del receptor para ver si hay compatibilidad entre ambos.
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